Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Abril 2001)

La Pascua, siempre la Pascua!!

Revista nº67 (Cliquee para ver/descargar)Reflexionar cada año sobre la Pascua es aportar a la esperanza de una vida mejor. Como bocanada de aire para seguir respirando. Y así seguir caminando, con cuestas arribas o pendientes, quitando los obstáculos, pero siempre hacia adelanta.

Nuestra vida, como familia, como pueblo, como continente latinoamericano se construye en este andar, pasando por el desierto cuaresmal, pero siempre hacia la Pascua de resurrección.

No nos podemos quedar en las lágrimas del dolor que nos nubla hasta el punto de no vislumbrar el horizonte de una vida nueva.

No sirve replegarse en la flagelación de los fracasos porque nos debilita en el cuerpo vigoroso que necesitamos para construir una sociedad justa y solidaria.

Sin negar las dificultades –porque sería evadirse a una realidad angelical que no es la nuestra– debemos caminar hacia la resurrección, construyéndola a cada paso, en cada pascua.

En el conflicto cotidiano, entre cuaresmas y pascuas, entre opresiones y liberaciones, entre flaquezas y fortalezas, entre egoísmos y amores, estamos convocados a caminar en la esperanza, pisando la tierra, atentos a la realidad, entrelazando nuestros brazos para forjar una comunión de vida asentada en la justicia y la dignidad.

Asumir esta tarea es el desafío de la Pascua. No partimos de cero porque la historia no empieza con nosotros. Por eso es importante la memoria. Tampoco seremos nosotros los que tocaremos el cielo con las manos, porque la historia no termina con nosotros.

Pero en este ir y venir de los acontecimientos debemos saber descubrir tanto los signos cuaresmales que nos tironean para atrás, como los signos pascuales que nos siguen alentando en la marcha.

Nos alienta el signo pascual del fallo del juez Gabriel Cavallo, que anuló las leyes de obediencia debida y punto final, porque significa que es posible combatir la impunidad, aunque nos tironee para atrás la exhortación del Arzobispo Carlos Ñañez, de Córdoba, a no remover el pasado.

La larga cuaresma en el desierto de la lucha por los derechos humanos va mostrando signos de resurrección en la recuperación de la identidad de los niños nacidos en cautiverio, que han sido rescatados de las manos de sus captores.

Ni esto, que ya ha llevado a la cárcel a “prominentes” verdugos que se creían héroes, ni los juicios por la verdad histórica, que van corrigiendo las distorsiones que cimentaron el terror, son el resultado de la casualidad.

Toda pascua tiene su cuaresma. Cada cuaresma termina en una pascua. La lucha contra lo maligno tiene rostros y nombres concretos porque son concretos también los intereses que se esconden tras pantallas ideológicas, políticas, culturales o religiosas.

Muchas son todavía las acciones o las palabras que se oponen a la Pascua de los derechos humanos, de la dignidad, de la solidaridad y de la justicia. Pero también crecen los esfuerzos y las esperanzas que se van articulando en cada protesta contra el olvido, la desocupación, el hambre y la miseria, que también tiene –y muchos– rostros concretos.

Fueron signo pascual las movilizaciones que terminaron rápidamente con el fundamentalismo neoliberal de López Murphy, pero nos tironea para atrás el retorno del ministro de economía Domingo Cavallo, que además debilita la democracia con la exigencia de poderes especiales otorgados por un Congreso sospechado de corrupciones nunca investigadas.

Se multiplican los hechos que van haciendo tomar conciencia sobre la necesidad de asumir el protagonismo en la transformación social. Desde cada experiencia de solidaridad que se gesta en los barrios y villas. Desde cada reclamo estudiantil por preservar el derecho a la educación. Desde cada expresión del movimiento obrero contra las políticas de precarización laboral. Desde las nuevas búsquedas por construir alternativas políticas que surjan de las articulaciones de todas estas luchas de los movimientos sociales. Desde cada vivencia de la fe que se expresa en la denuncia profética, en el testimonio de fraternidad y en el compromiso comunitario.

Quienes creemos en la Resurrección de Jesús, decimos: LA PASCUA, SIEMPRE LA PASCUA!!

Equipo Tiempo Latinoamericano