Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Diciembre 1994)

¡Los pobres no importan!...

Revista nº49 (Cliquee para ver/descargar)*Los hechos ocurridos en Villa Obispo Angelelli, donde vecinos de barrios aledaños. De clase media, se movilizaron expresando su oposición a la radicación de planes de vivienda para familias de escasos recursos, fueron una muestra más de hechos similares ocurridos también en Córdoba y en otras barriadas de Capital Federal.

*Las declaraciones del Presidente Menem afirmando que las empleadas domésticas tienen auto y que los pobres deberían aprender a jugar al golf, además de sonar a burla y desprecio, confirman el pensamiento de buena parte del poder establecido y las políticas implementadas.

Ambos acontecimientos son reveladores de un solo mensaje: los pobres no importan… No importa que no tengan trabajo, no importa su dignidad, no importan sus condiciones de vida… Los pobres sobran y las sobras se tiran a la basura o se queman!

Es que los pobres –ese concepto amplio que cada vez incluye a más personas humanas– no importan para el modelo de país que se viene implementando. Más aún, los análisis de los ideólogos del modelo neoliberal prevén una exclusión social cada vez mayor y, en consecuencia, también el diseño de políticas sociales para que sobrevivan, pero siempre en forma marginal.

Existe una actitud descarada de perversidad en los artífices de este modelo para implementar una política y un discurso que, además de romper la solidaridad, van creando la conciencia de que los pobres sobran, que la disponibilidad de recursos para vivir se achica y, por lo tanto, si muchos quedan en la indigencia o mueren –como Ruanda– mala suerte!...

Pero no se trata sólo de los pobres en grado extremo de miseria. También el empobrecimiento de amplias franjas de la sociedad que, poco a poco, se ven degradadas en su dignidad de vida, por la expulsión del mercado laboral y/o deterioro de sus condiciones de trabajo.

Las reformas de la legislación laboral, la precariedad del contrato de trabajo, las modificaciones a la ley de accidentes de trabajo, la implantación de la flexibilidad, etc., etc., son las muestras concretas de este deterioro, que también se ampara en un discurso sobre la modernización y el avance tecnológicos.

No se plantea desde el poder una política que atienda a las necesidades de las mayorías cada vez más empobrecidas. Todo lo contrario. Las ideas “geniales” son aquellas que a lo sumo contemplan que los pobres no mueran.

Y más grave aún es el mensaje de los grandes medios de comunicación: esta es la tendencia mundial, no existe otra forma de hacer las cosas.

En síntesis, sólo cabe recibir las migajas que caen de la mesa de los poderosos. Porque lo que no se dice es que mientras crece el nivel de empobrecimiento, también crece la acumulación de los grupos concentrados de poder, donde sólo puede incorporarse un nivel digerencial de la sociedad que cumple su función, como periodistas, como políticos, etc., para generar el consenso sobre lo inevitable del ajuste y la nueva realidad imposible de modificar.

Allí reside la gran mentira. Porque no es cierto que los recursos no existan. Existe su mala distribución.

¿Cuál es el desafío para quienes creemos que es posible otra sociedad más justa y fraterna?

Sin duda que no existe una sola posibilidad. Muchos son los esfuerzos y los intentos concretos que se vienen realizando… aunque a veces desalienten por el tranco lento… y no se vean los resultados espectaculares a que estamos acostumbrados en la cultura del éxito fácil.

*No está mal que se hagan esfuerzos por la sobrevivencia implementando microemprendimientos económicos. Pero es claro que estas políticas sociales alentadas incluso por el Banco Mundial a través de los gobiernos, intentan sólo cubrir esa necesidad de sobrevivencia. Algunas veces con éxito, pero la mayoría de las veces con grandes dificultades. Y, para colmo, los responsables de los fracasos acaban siendo los mismos pobres con “su incapacidad para manejarse en el mercado” y el despilfarro de los recursos”.

*Esta tarea primaria y útil de solidaridad resulta infructuosa, si paralelamente no se desarrolla una actividad de concientización sobre la necesidad de instrumentar cambios profundos, que apunten al corazón del poder. Y para eso es imprescindible y urgente tomar conciencia sobre la necesidad de formación en los grupos comunitarios para ir asumiendo roles de conducción en la sociedad civil, generando espacios de poder que realmente puedan llegar a los resortes fundamentales para la decisión de las políticas globales.

*Este proceso –que tampoco es de la noche a la mañana– exige acumular experiencias desde lo pequeño, en los barrios, los centros vecinales, las municipalidades, en un camino que deberá articularse con experiencias similares extendiendo las redes hasta conformar opciones políticas con posibilidades concretas de contrarrestar el poder económico y animarse a retomar el manejo del Estado, para diseñar e implementar una política que contemple en los hechos las necesidades de las mayorías.

Si los pobres son importantes, el desafío es incluirlos. No sólo en nuestra cabeza y corazón, combatiendo la cultura represora y discriminatoria; sino también en las posibilidades concretas de inserción económica y decisión política.

Así aportamos a una FELIZ NAVIDAD !!!.

Equipo Tiempo Latinoamericano