Editorial (Octubre 1992)

1492 - OCTUBRE - 1992

Llegamos a Octubre con una amplia tarea realizada en torno a los 500 años. Quizás uno de los resultados más favorables de las actividades propuestas en los más diversos ambientes para contrarrestar el discurso dominante sea el crecimiento de los esfuerzos articuladores desde el campo popular. Y en ese encuentro de las diferentes organizaciones, la profundización del debate acerca de la realidad actual, procurando descubrir nuevos caminos en la defensa de la vida, desde la experiencia de resistencia, acumulada en estos 500 años.

Aún con todas las dificultades propias de quienes sufrimos la agresión de los medios de comunicación y de políticas adversas desde los distintos estamentos del poder, el tema de los 500 años ha posibilitado ampliar la red de la comunicación y el intercambio entre las diferentes experiencias que desde el campo popular se vienen desarrollando en toda Latinoamérica.

También ha servido para hacer aflorar la “otra historia”, la que fue deliberadamente ocultada en estos 500 años, encontrando puntos de apoyo para comprender la situación actual y encarar las nuevas respuestas que nos plantea la realidad de hoy.

Es preciso denunciar la perversidad de los planes de ajuste, que acrecientan el mapa de la pobreza, para no descubrir después de otros 500 años que fuimos cómplices del genocidio que padecen hoy los pobres en Latinoamérica.

No son pocos los logros en este intento por mirar los 500 años desde los pobres. Que además de tratar las problemáticas concretas y cotidianas en la comunidades de base, centros comunitarios, etc., se haya podido abrir el panorama para analizar la propia historia y la de tantos otros con un enfoque diferente al aprendido en la escuela primaria, es sin duda un hecho significativo que contribuye a englobar la propia experiencia en el marco de una lucha general que se extiende a todos los sectores castigados hoy por las políticas de ajuste, nueva versión de la explotación que sufren nuestros pueblos. Que la mirada histórica de los pobres haya estado presente en los niveles de la enseñanza primaria, secundaria y universitaria es también alentador, porque significa ir generando una conciencia diferente, que permita asumir nuestros propios valores y fortalecer la cultura presente –ayer y hoy– en el seno de nuestro pueblo.

LA TAREA DEL 501

Debemos ser capaces de aprovechar la articulación lograda, profundizando la reflexión sobre la realidad actual, a fin de asumir que es necesario desarrollar la creatividad para el nuevo mundo en el que vivimos y elaborar respuestas adecuadas que posibiliten un avance real de los sectores populares. No sirven ya muchos viejos esquemas. Es preciso elaborar nuevas propuestas a partir de las experiencias concretas que desarrollan las organizaciones populares. Y hay en este sentido una tarea amplia y compleja para todos. Desde el campo de la economía, de la política, de la cultura, de la religión y de la sociedad en general.

A este desafío del 501 no hay que asumirlo con la conciencia vencida ni los brazos caídos, autoconvenciéndonos de que la imposición de los modelos actuales de explotación son inevitables y entonces sólo queda atemperar sus crueles efectos. Es imprescindible reafirmar la vigencia de las utopías y los anhelos más profundos que están contenidos en las culturas y religiones de nuestros pueblos.

Si 500 años de resistencia indígena, negra y popular han posibilitado llegar a esta nueva valorización de los esfuerzos y culturas de nuestros pueblos, se impone hoy la urgencia de valorar todos y cada uno de los pequeños esfuerzos de organizaciones. De lucha, de protagonismo que llevan adelante los pobres de antes y los empobrecidos recientes, para acrecentar la resistencia a los nuevos modelos de dominación y saqueo, mediante una articulación cada vez mayor que haga crecer la fuerza de la sociedad civil, para reinstalar los intereses populares en las políticas que se ejecutan desde las esferas estatales, dominadas hoy por el poder económico que se ha adueñado de las democracias, vaciándolas de contenido.

No es fácil ni simple la tarea que se nos exige. Pero sabemos que es posible. Por eso estamos convocados, en estos 500 años, a una resistencia esperanzada, desde la cual construiremos la nueva sociedad.

Equipo Tiempo Latinoamericano