Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Noviembre 1987)

COMPROMETERNOS COMO COMUNIDAD

Revista nº34 (Cliquee para ver/descargar)La agudización de los problemas sociales y económicos que en los últimos meses ha golpeado la realidad argentina nos pone una vez más en la obligación de revisar nuestros comportamientos y replantear nuestra obligación como cristianos.

Como profetas de la esperanza, la hora actual nos exige audacia y fortaleza para inyectar, en una Sociedad cada vez más agobiada por sus contradicciones, el aporte creativo en la Construcción y consolidación de los instrumentos necesarios para combatir el escepticismo y despertar y recuperar las ganas de reiniciar un camino que acelere los cambios profundos que necesita nuestra Argentina para avanzar en la reconquista de la justicia social, como forma a su vez de consolidar esta democracia, que lo necesita para defenderse de los embates autoritarios que día a día se multiplican peligrosamente.

“Nosotros tenemos que comprometemos, no sólo como individuos, sino como comunidad. No podemos ya declamar que existe hambre en el mundo, no podemos teorizar que existe mucha gente que no tiene la cultura que debe tener todo ser humano, que hay hermanos que no tienen techo”.

Esta exhortación que Mons. Angelelli lanzaba hace veinte años atrás significó para muchos una orientación concreta acerca de nuestra responsabilidad comunitaria en la construcción de una sociedad justa y fraterna. Y adquiere hoy el carácter de imprescindible y urgente en el contexto social que vivimos.

Es el camino de Iglesia en el que vienen trabajando innumerables grupos y comunidades cristianas, que en Noviembre realizarán el Primer Encuentro de Comunidades Eclesiales de base, en Santiago del Estero, bajo el lema: CEES: Un nuevo rostro de Evangelización.

Prácticamente a 500 años de la llegada a estas tierras de conquistadores y misioneros, los cristianos de América Latina nos replanteamos nuestra responsabilidad en un continente signado por la injusticia, y la opresión, tan evidentemente sintetizada en la conocida “deuda externa” y sus terribles consecuencias para la vida de las mayorías empobrecidas.

El “año de gracia” que reconcilia a la comunidad con los más postergados, necesitamos proclamarlo en el marco del “duelo latinoamericano” por el genocidio de ayer y de hoy, y el desangre económico del oro y la “deuda”, para no hacer recaer hoy sobre los hombros de los más pobres la inmoralidad de una deuda que, en nuestro caso bien lo sabemos, fue contraída para beneficio de una minoría oligárquica con el beneplácito de los mismos acreedores que de este modo descargan permanentemente sus crisis sobre los países más débiles del mundo.

Alentar esta perspectiva, como cristianos, significa por cierto retomar la misión de "fermento" capaz de contribuirá la realización de las transformaciones profundas que requiere nuestra sociedad para no seguir haciéndole pagar la parte más dura de la crisis a los sectores que menos tienen, tal como reclama también el Magisterio de la Iglesia.

Sólo así iremos haciendo realidad un nuevo rostro de Iglesia.

A 500 años del despojo español, la Iglesia en América Latina busca "un nuevo rostro de evangelización", reconociendo la necesidad de abandonar la alianza de la cruz con la espada, para retomar El rostro evangélico del servicio, en la identificación con los pobres para caminar desde allí hacia la liberación de toda opresión, que restituya la justicia y la fraternidad.

Equipo Responsable