Revista
Tiempo Latinoamericano

   ES      EN      PO

Editorial (Abril 1986)

MUERTE Y RESURRECCIÓN EN LATINOAMÉRICA

Revista nº22 (Cliquee para ver/descargar)La Pascua Latinoamericana, que Don Pedro Casaldáliga ha personificado en Mons. Romero, cuyo 6º aniversario del martirio celebramos el 24 de marzo, ha venido en este 1986 plena en signos de muerte y resurrección. Esta conjunción que se va tejiendo en la vida y la historia de los hombres y de los pueblos de nuestro continente tuvo, en estos primeros meses del año, hechos que señalan un paso adelante hacia la resurrección y también la permanencia de la muerte, que nos alerta acerca de los esfuerzos que todavía debemos hacer en esta tarea de construir día a día el reino de Dios, que es de justicia, libertad y fraternidad.

Haití y Filipinas, dos de los pueblos sojuzgados por sangrientas y prolongadas dictaduras, han podido sacudirse el yugo e iniciar el camino hacia una vida nueva, con la misma fuerza participativa que en otras latitudes empuja al pueblo chileno en su lucha antidictatorial para terminar este año con la tortura, el hambre, las injusticias y todo signo de muerte.

– El Via Crucis por la Paz y por la Vida del pueblo cristiano de Nicaragua y los actos celebratorios del martirio de Mons. Romero en El Salvador fueron también gestos de pueblos dispuestos a marchar hacia la resurrección luchando aguerridamente por defender y conquistar lo que ya les ha costado tanta crucifixión y muerte.

Nuestra Argentina también ha tenido en este tiempo sus signos de muerte y resurrección.

– El 24 de marzo, como “día de duelo nacional” por el avasallamiento a la vida y a las instituciones de la Patria, apenas fue rememorado al calor de la errónea política del “punto final”, que pone en grave riesgo la consolidación de la democracia y la búsqueda de mayor justicia social del pueblo argentino, expresada en las protestas que crecen en nuestro pueblo.

– Los cristianos preocupados por hacer nuestro aporte en el camino a la liberación, encontramos por otra parte, a principios de marzo, la oportunidad de reflexionar nuestra fe en el Seminario de Formación Teológica animado por el P. Gustavo Gutiérrez en Quilmes. Fue el encuentro de tantos hermanos dispersos y ansiosos por cimentar una esperanza liberadora, en contraposición a los signos alienantes de un espiritualismo desencarnado que, montado en las consecuencias de la crisis global que afecta la sociedad post-proceso, presenta una opción “religiosa” de descompromiso ante la realidad para refugiarse en un dios mágico y milagroso, que lleva en el fondo la peligrosa intensión de anular el protagonismo de los hombres impulsando un sometimiento castrador que –ya sabemos– es aprovechado por los intereses del privilegio para mantener en la explotación a las grandes mayorías latinoamericanas.

¡Estamos en la lucha contra la muerte y por la resurrección! ¡Contra la opresión y por la liberación!

Con este sentido nos hemos hecho eco de la realidad de los presos sociales que son otro signo de una muerte en vida ejecutada por una sociedad que prefiere taparse los ojos, con grandes rejas y muros, antes de encarar con decisión la recuperación de tantos hermanos olvidados en las cárceles. El “Ayuno Cristiano por el Perdón” de los presos cordobeses fue, como contrapartida, un signo de resurrección de esos hermanos que quieren vivir e insertarse en esta sociedad democrática que sigue negándose a recibirlos.

No se agota sin embargo la realidad de injusticias que vivimos. Por eso nos hemos propuesto este año redoblar los esfuerzos para posibilitar el ENCUENTRO CRISTIANO cubriendo el extenso espacio nacional a fin de ofrecer este servicio de información, denuncia social, reflexión, intercambio de experiencias y lugar de encuentro a esas generaciones jóvenes que despiertan al compromiso exigiendo la verdad histórica y a aquellos que, como sobrevivientes de la generación mártir, creemos de vital importancia para la Iglesia y nuestra Patria la recuperación de la memoria histórica. Porque en el sustrato de esa memoria como pueblo está el germen de la patria que todos queremos construir.

Por eso a diez años de la entronización del dios de la muerte sobre nuestro suelo, y en un momento en que desde interesados sectores sociales y políticos se busca cubrir con el manto del olvido una tierra regada con la sangre de sus mejores hombres, queremos invitar a todas las comunidades del país a celebrar el martirio de tantos caídos.

La figura profética de nuestro querido “Pelado” Angelelli será el punto convocante y culminante de esta recordación. No para quedarnos en el pasado, sino porque necesitamos como pueblo recuperar ese rico bagaje de ideales justos. Y con la fuerza de aquellos testimonios lanzarnos a reconquistar la esperanza comprometidos como Iglesia junto a todo un pueblo que carga sobre sus espaldas el más grande intento de aniquilamiento y destrucción de su ser nacional.

Vivimos una etapa crucial de nuestra historia. Porque a más de dos años de democracia, las instancias de participación no han logrado cubrir las expectativas generadas y se cierne otra vez la frustración. En este contexto los cristianos junto a los hombres amantes de la paz y de la vida, tenemos la grave responsabilidad de ser signos de esperanza y vida resucitada, aportando a la construcción de alternativas válidas que canalicen las necesidades de recomponer la organización popular, revitalicen las motivaciones que combatan la indiferencia y aporten a hacer realidad entre nosotros la nueva Pascua del pueblo argentino.

Sólo así la sangre de nuestros mártires será simiente de vida nueva. Y habremos asumido nuestra responsabilidad bautismal que reafirmamos ante el Cristo encendido en la noche pascual. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluia!

Equipo Responsable