Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Noviembre 1982)

PERIODISMO DE LA ESPERANZA

Revista nº2 (Cliquee para ver/descargar)Alguien ha dicho por allí, o quizás nosotros mismas lo experimentamos a cada momento, que estamos viviendo tiempos trascendentes de la historia.

Si la historia de la humanidad es una limitada serie de instantes decisivos, no cabe duda que gran parte de lo que en el futuro se decida, dependerá de los hechos que estamos presenciando. Es, por la tanto, importante tomar conciencia que somos protagonistas de un tiempo clave, de un “tiempo eje” sobre el cual gira la rueda de la historia.

Todo esto que afirmamos a nivel de historia universal, con mayor razón lo podemos decir de nuestro particular momento como país. Todos debemos ser protagonistas y arquitectos de un tiempo nuevo. Para ello no es necesario llegara la función pública para producir los cambios, pero sí es necesario la participación política si queremos que nuestros sueños y proyectos se hagan realidad.

Así lo pide una elemental antropología que pretenda poner al hombre como sujeto del mundo y la historia, y lo decía claramente Aristóteles: “El hombre es un ser ordenado para la convivencia social, por lo tanto, el supremo bien no se realiza individualmente, sino a nivel social: la ética culmina en la política”.

También ésta parece ser la afirmación que hacen los obispos argentinos en su último documento al decir: “que es un imperativo moral, la participación política de todos los ciudadanos, en esta ardua circunstancia histórica”.

Esta exhortación que lleva por título “Principios de orientación cívica para los cristianos”, y fue difundida a fines de octubre, nos impulsa a la acción política y señala que el primer objetivo debe ser “la promoción del hombre y la custodia de sus derechos fundamentales”.

La principal finalidad de la acción política, dice más adelante, es “la promoción del bien común, entendido como el bien de la persona, de las familias y de los diversos grupos que constituyen la sociedad civil”. También se recuerdan las palabras de Juan Pablo II en Brasil: “La justicia social es el nuevo nombre del bien común”.

Hoy deseamos expresar, tal como lo hacíamos en nuestro primer número, nuestro deseo de ser útiles a nuestros hermanos y contribuir al bien común. La acogida que hemos tenido ha sido simplemente positiva, de modo que nos obliga a superamos día a día.

El tiempo nuevo, la nueva era, no llegará marcada por el calendario, y menos por un “calendario electoral”. Al nuevo país debemos “parirlo” entre todos si queremos que sea un hijo bien amado. Y en este alumbramiento los periodistas tenemos un importante “papel”.

Principalmente los que hemos descubierto la vocación cristiana, que es vocación de servicio y llamada a la esperanza.

Realizar un periodismo de la esperanza, esa es nuestra misión.